Decía que soñaba con ser como Mahoma. Era difícil no topárselo varias veces al día, volando en su alfombra mágica. Era sorprendente para alguien tan perfeccionista y calculador como yo que para alguien como él no existieran los límites. No había nada que separara su realidad de su imaginación. Había aprendido a soportar el dolor y todos los que de verdad lo conocían, lo admiraban por eso. Aunque los que no, lo odiaban, por lo mismo; por insensible. Había tenido una vida dura y ya a los doce años había vivido todo lo que se puede vivir. Dominaba sus sentimientos, piloteaba sus pensamientos y manejaba sus sentidos a la perfección. Fingía a la perfección. La única vez que respondió cuando le pregunté cómo lo había logrado, me dijo: “Después de mucho escuchar una palabra, hasta pierde sentido”.
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Decía que soñaba con ser como Mahoma. Era difícil no topárselo varias veces al día, volando en su alfombra mágica. Era sorprendente para alguien tan perfeccionista y calculador como yo que para alguien como él no existieran los límites. No había nada que separara su realidad de su imaginación. Había aprendido a soportar el dolor y todos los que de verdad lo conocían, lo admiraban por eso. Aunque los que no, lo odiaban, por lo mismo; por insensible. Había tenido una vida dura y ya a los doce años había vivido todo lo que se puede vivir. Dominaba sus sentimientos, piloteaba sus pensamientos y manejaba sus sentidos a la perfección. Fingía a la perfección. La única vez que respondió cuando le pregunté cómo lo había logrado, me dijo: “Después de mucho escuchar una palabra, hasta pierde sentido”.
Decía que soñaba con ser como Mahoma. Era difícil no topárselo varias veces al día, volando en su alfombra mágica. Era sorprendente para alguien tan perfeccionista y calculador como yo que para alguien como él no existieran los límites. No había nada que separara su realidad de su imaginación. Había aprendido a soportar el dolor y todos los que de verdad lo conocían, lo admiraban por eso. Aunque los que no, lo odiaban, por lo mismo; por insensible. Había tenido una vida dura y ya a los doce años había vivido todo lo que se puede vivir. Dominaba sus sentimientos, piloteaba sus pensamientos y manejaba sus sentidos a la perfección. Fingía a la perfección. La única vez que respondió cuando le pregunté cómo lo había logrado, me dijo: “Después de mucho escuchar una palabra, hasta pierde sentido”.
Cerebros de perro (DOG BRAINS)
Hablaré como el psicópata esquizofrénico que quizás si soy, y renuncio a todo lo que preferiría ser; así les digo que: todo lo que aprendí, practiqué y defendí en mi vida hasta ahora, fue acertado y no me arrepiento de ello. De nada sirve arrepentirse de lo que ya está hecho, debería obedecerse como regla: No hay que arrepentirse de nada. El que la mayoría no entienda a un maldito supuesto psicópata esquizofrénico, como yo, es aceptable, pero no siempre acertable. Las razones cambian, tanto que quizás nunca hubo o simplemente desaparecieron, pero lo hecho esta hecho, y por ende, no hay de que arrepentirse. Hay cosas que pasaron sin razones aparentes, pero las apariencias engañan. Las acciones de estas, llamémoslas “cosas”, tuvieron consecuencias, pero las consecuencias de las acciones no son en ningún caso las razones de estas.
Cuando se habla de la mala sangre, se mencionan las cosas que quizás nunca quise ser, pero que por acción de una consecuencia, soy. Heredé la piel grasa y el cabello desordenado, incluso el gusto en vestimenta y la torpeza y animalidad. Me da asco todo lo que necesita de otra persona para hacerse. Para mi la razón no existe, la nación se extinguió y la ciencia aún es desconocida. Somos la raza inferior y debemos todo a otros. Humildad y servicio eterno, nos tocó el trabajo sucio, el mas difícil; el de vivir. Esperemos la venida de los otros con lujuria, con gula, con ira, con codicia, con pereza, con envidia, con orgullo. La vejez no es lo mío, siempre dije que no llegaría a viejo. Siempre dije que quería morir solo y joven algún día. Quizás se equivocaron al entregarme, nunca entendieron que yo –nosotros- , no somos de acá, no pertenecemos acá, somos bestias, no existen –o no deberían existir- las leyes, ni la justicia, ni el sentido moral, ni ético. Todo es brutal, no hay control; no existe, esta muerto, se ha ido. Todos somos bestias de nuestras propias brutalidades, pero solo yo , y otros como yo, demostramos esa animalidad. Deberían adorarnos, estoy seguro de que algunos luego lo harán. No, no crean que están salvados, nadie lo está. La libertad y la salvación no son compatibles según ustedes, pero yo creo que si. Creo que estoy más salvado que el cura con el que me solía confesar, quien pecaba al no pecar, al no hacer lo único que lo hace ser lo que todos somos; bestias. Su hipocresía me enferma.
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