La llevó a su casa, no soportaba el olor a sexo, alcohol y mierda que había en ese lugar. Ahora estaban los dos, solos, él se tiró sobre Courtney y le desabrochó el sostén con una mano, lo había estado practicando con su almohada y con un sostén que le había robado a su abuela en su última visita, se sintió orgulloso porque pudo desabrocharlo al primer intento. Era enorme, -pero le abría quedado perfecto a
Estaba en éxtasis pleno, semidesnudo y pensando en nada, fuera de todo lo que había sido, y vino, sin que nadie la invitara. Una crisis de pánico o lo que sea que fuese. Empezó a sudar desagradablemente y no por calentura, se le durmieron primero las manos y luego los pies, sentía una puntada en el pecho y un dolor desagradable y profundo en el estómago, y además tenía unas incontrolables ganas de vomitar junto con una sensación de mareo espantosa, que no le permitía mantenerse en pie ni pensar con claridad.
No pudo soportarlo, corrió al baño, cerró la puerta y vomitó. No le importó tanto más su dignidad que su estado, después de todo estaba con una puta que probablemente nunca más vería en su vida. Sacó de su zapato plata, ahí la guardaba cuando salía a lugares “no muy seguros”, que para él eran la mayoría. Pasó el fajo de billetes por debajo de la puerta y le gritó a Courtney desde ahí: Ya terminamos, llévate tu plata, te dejé además para que llames un taxi, puedes irte.